La mecánica de la cavidad craneana y la importancia de un sistema automático para el tratamiento de la hidrocefalia
El cerebro, como todo tejido vivo, al ser sometido a esfuerzos anormales sufre deformaciones. Cuando dichos esfuerzos son tan altos que la deformación supera el límite elástico instantáneo del tejido, se produce una fluencia plástica equivalente a la de los materiales inertes. Pero cuando los esfuerzos no alcanzan este punto y son mantenidos durante un tiempo relativamente largo, el tejido se acomoda produciendo una fluencia bioplástica. Si además de dicha fluencia, el tejido pierde parte de su material a causa de los esfuerzos, se dice que sufre una fluencia biotrófica.
Debido a la disposición anatómica del cerebro, cuando hay un aumento de la presión venosa, ésta se transmite hidrostáticamente y no se producen esfuerzos en el parénquima. En cambio, cuando la presión del L.C.R. (Liquido Céfalo Raquídeo) aumenta con respecto a la venosa, se induce una deformación elástica del parénquima porque el sistema venoso cede parte de su volumen. Llamamos esfuerzo subdural, al esfuerzo de compresión que el cerebro ejerce sobre la duramadre. Este depende tanto de la presión venosa como de la presión intraventricular, del tamaño del ventrículo y de las propiedades elásticas del parénquima.
La hidrocefalia es el resultado de prolongar una situación de esfuerzos aumentados sobre el parénquima cerebral. En los adultos se caracteriza por una fluencia biotrófica del parénquima que conduce a un aumento del esfuerzo de la corteza cerebral contra el cráneo (esfuerzo subdural). En los niños también se puede presentar la hidrocefalia con las mismas características de los adultos, pero además se presenta una modalidad un poco distinta. Cuando en los niños hay un aumento de la presión venosa y las suturas del cráneo están abiertas, el cráneo puede aumentar de tamaño.
Creemos que la hidrocefalia es debida a los esfuerzos sobre el parénquima que son el resultado de una distorsión de éste. Esta distorsión sólo se puede lograr cuando el sistema venoso lo permite, de tal suerte que el gradiente responsable del agrandamiento o disminución del tamaño ventricular está entre la presión venosa y el L.C.R.
El tratamiento de la hidrocefalia consiste en disminuir la presión intraventricular por debajo de lo normal. Con esto se persiguen dos efectos. Uno inmediato, que es liberar a la corteza de los esfuerzos anormales; y otro, a largo plazo, que es mantener las condiciones fisiomecánicas que permitan la recuperación biotrófica del parénquima. Como esta recuperación es un proceso mecánico, la presión intraventricular que es disminuida inicialmente, debe ir aumentando a medida que el ventrículo recupera su tamaño, para que el esfuerzo subdural permanezca todo el tiempo cerca de su valor normal, y para que una vez el ventrículo haya recuperado su configuración, la presión del L.C.R. sea normal y el proceso de contracción ventricular se detenga.
Esto implica la necesidad de una válvula que vaya regulando su presión a lo largo del tratamiento. Un parámetro que puede controlar dicha presión es el esfuerzo subdural.
Tomado del capítulos V: Resumen y Conclusiones, de trabajo postulado en la convocatoria.
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